"Estos dos grandes descubrimientos: la concepción materialista de la historia y la revelación del secreto de la producción capitalista, mediante la plusvalía, se los debemos a Marx. Gracias a ellos, el socialismo se convierte en una ciencia, que sólo nos queda por desarrollar en todos sus detalles y concatenaciones." Federico Engels, Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico.

5.9.15

Socialismo...¿Utópico?

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Socialismo...¿Utópico? 

Engels nos presenta una definición del Socialismo Utópico, que expresado en sentido contrario, podría definirse como la corriente socialista sin teoría de la plusvalía. Se asume por parte de Engels que la teoría de la plusvalía es “la” y no “una” teoría científica de la economía y la sociedad, por ello, los planteamientos de los socialistas anteriores a Marx, eran ideales, ideologizados, no científicos; eran utópicos basados en buenos deseos y no en buenas investigaciones científicas. 

Las razones por las cuales plantea Engels, los socialistas utópicos no constituyeron un socialismo científico, son esencialmente, por el hecho de que las condiciones históricas en que vivieron no les posibilitaron observar el papel del proletariado industrial, por un lado, y por otro, no tuvieron la capacidad de abstracción de Marx, para penetrar con más profundidad en las causas y efectos del movimiento social y económico que observaban y en el que también participaban. 

Evaristo Hernández

16.2.15

Sobre el Socialismo EN el Siglo XXI

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El Socialismo en el Siglo XXI

El Socialismo es un sistema social y económico que irrumpió en la historia de la humanidad a principios del siglo XX. A finales del mismo siglo sucumbió como tal cuando en su núcleo central, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, tenía 15 Repúblicas, más de 22 millones de kilómetros cuadrados, cerca de 300 millones de habitantes, era la segunda potencia mundial con el Partido Comunista más poderoso de la tierra compuesto de cerca de 40 millones de militantes. Y esta realidad socialista se disolvió en cerca de cinco años a finales del Siglo XX curiosamente sin el derramamiento de sangre que tuvieron otros cambios revolucionarios del sistema económico como la disolución del Imperio Romano, la Revolución Francesa y la Independencia de las colonias de América. Ahora, han quedado algunos países que impulsan su sistema económico basado en los principios del Socialismo del siglo XX, uno sumamente exitoso como China, segunda potencia mundial a punto de rebasar a Estados Unidos y otros soportando el peso de formas de gobierno que parecen residuos del despotismo asiático como Corea del Norte que lleva tres generaciones de liderazgo de una sola familia gobernante y con grandes dificultades económicas como Cuba, que angustiosamente lucha entre períodos de austeridad y bloqueo económico sistemático siendo la primera revolución socialista del hemisferio occidental.

En todas las realizaciones del ser humano, los buenos resultados son generalmente una acumulación de intentos fallidos. La posibilidad del acierto del socialismo seguramente se asienta en la serie de errores que constituyen lecciones de la historia.

Para sincronizarse con las leyes de la historia el ser humano tiene que hacer acopio de su capacidad teórica y práctica, combinando el conocimiento de las leyes de la sociedad con su finalidad consciente, su idealismo se convierte en una posibilidad real y en una fuerza física que actúa forjando correlaciones de fuerzas políticas para tomar, conquistar, mantener y también perder y recuperar el poder del Estado en la eterna búsqueda de una sociedad armoniosa camino trazado entre otros por el viejo Platon.

Esta lucha entre capitalismo y socialismo, los dos sistemas económicos de nuestro tiempo, esta vigente. Fortalecido uno y debilitado el otro, pero ambos con heridas todavía sangrantes, con cicatrices, intereses y comportamientos, individuales y colectivos, voluntarios e involuntarios han continuado la dura lucha entre cambios de gobiernos, acuerdos y desacuerdos de paz y de guerra, golpes de Estado, guerras mundiales y locales, de alta, media y baja intensidad y de guerra de guerrillas. Y al final todo tiene un contenido económico, la guerra es la continuación de la política por medios violentos, armados, lo dijeron Clausewitz y Mao y la política es la economía quintaesenciada lo dijo Lenin.

Lo entendamos o no la humanidad ha luchado, lucha y luchará por un principio que a la vez es fin. El respeto al trabajo como fuente de creación de la riqueza. El trabajo es la fuente del valor como lo descubrió el escocés Adam Smith. Y este respeto al trabajo, de darle a cada quien según su trabajo y su capacidad para trabajar, es el principio del Socialismo, como sistema económico, político, social y ético. Pero las condiciones del respeto al principio del trabajo no emanan de la generosidad del ser humano si consideramos que la economía se basa en leyes de naturaleza social, en donde cada quien persigue su propio beneficio y sin tener ese propósito beneficia a los demás como precisaba Smitn; entonces el respeto socialista al principio del trabajo se impondrá cuando la capacidad de producción del ser humano por medio del desarrollo de la tecnología sea tal que nadie necesitará explotar a nadie para tener las condiciones materiales de vida necesarias y deseadas. Y aún así, con todo el bienestar asegurado, será necesaria tanto la persuasión como la represión para poner en cintura el comportamiento humano.

En el Siglo XIX un francés de la nobleza decadente convertido en un ascendente revolucionario, contemporizaba con Smith pero desarrollaba el credo de que la nueva sociedad debería basarse en el trabajo, pero además en el respeto al trabajo, dándole a cada persona lo que correspondiera a sus obras. Pero la sociedad industrial que Saint Simon vio como la madre de dicho respeto devino en la práctica una madrasta insensible que entendió que respetar es explotar. El nuevo cristianismo que soñaba San Simón, humano y productivo al mismo tiempo reveló su esencia de esclavitud asalariada, como la caracterizó Lenin. Pese al “fracaso” de San Simón que tuvo la “utopía” de proyectar una sociedad en donde el trabajo productivo fuera el centro del status social su principio esta vigente como guía y se puede actualizar todavía en el siglo XXI, al menos nadie lo ha contradicho, nadie lo ha modificado y casi nadie lo ha recordado en su fundamento filosófico económico de la práctica política, y muchos lo recitan de memoria como deseando una inexistente sociedad “sin pecado concebida”.

Y es que en el principio del trabajo se condensa lo económico y lo político. Luchar por su plena realización es luchar por el futuro de la humanidad. Existen leyes económicas que constituyen la realidad del trabajo y de la fuerza de trabajo. Ya sabemos por Marx que el trabajo es el proceso de desgaste de la fuerza de trabajo y nos recordó que son tan diferentes como digesión y capacidad para digerir. Y tanto él como Engels dejaron muchas cosas claras de las leyes del desarrollo económico y social que conduce a la destrucción del capitalismo, pero dejaron pocas cosas claras sobre las leyes de construcción del socialismo.

Evaristo Hernández

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13.2.15

A cada uno según su trabajo

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Tomado de:
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Las negrillas son para efectos de estudio.
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A cada uno según su trabajo

Rebelión

“En todas las situaciones tuvo que interesarles a los hombres el tiempo de trabajo que cuesta la producción de los medios de subsistencia, aunque ese interés no sea el mismo en los distintos estadios del desarrollo”. El Capital, Karl Marx.

Pablo González, moderador del foro economistas rojos, a raíz de mi trabajo “Socialismo y ciencia” publicado en Rebelión, hace algunas afirmaciones y me formula algunas preguntas. Afirma que mi concepción del socialismo es plana y cerrada, no dialéctica, que no hablo nunca del comunismo, que el socialismo es una etapa de transición al comunismo, y que la economía comunista se basará en los bonos de tiempo de trabajo. Y me pregunta: ¿habrá mercado comunista en el comunismo? Responderé a todas estas cuestiones por partes.

La primera pregunta que debemos hacernos es en qué época histórica nos encontramos. Yo creo que nos encontramos en la época de transición del capitalismo al socialismo y no en la época de transición del socialismo al comunismo. De manera que lo materialista será hablar de cuáles son los rasgos de transición del capitalismo al socialismo, y lo dialéctico será concebir la época actual como una época de transición. Una de las leyes de la dialéctica más olvidada es la de que entre los contrarios hay transición y no sólo oposición y negación. Lo antidialéctico es concebir el capitalismo y el socialismo como dos contrarios que sólo se oponen y entre los cuales no hay transición. Y concebir la época actual, como sucede en el pensamiento económico de Ernesto Guevara, como la época de la transición del socialismo al comunismo es idealismo.

Originariamente, antes que el socialismo se hiciera real, el comunismo se dividía en dos etapas: socialismo y comunismo. Se reconocía que el socialismo era una etapa necesaria porque se percibía con claridad que el Estado socialista seguiría siendo una forma de organización de la violencia, que seguiría estando dotado de ejército, policía y cárceles. No obstante, en el ámbito de la economía se pensó que en el socialismo la riqueza no se produciría como mercancía sino por medio de un plan científico. La práctica ha demostrado que esto no es así: en el socialismo, incluso en las economías socialistas planificadas, las determinaciones mercantiles han estado y siguen estando presentes. La práctica ha demostrado que en el socialismo la riqueza se tiene que seguir produciendo como mercancía. Y en el ámbito de la teoría se ha vuelto crucial distinguir con claridad la forma mercantil de la riqueza de la forma de capital.

La economía socialista se rige por el principio de a cada cual según su capacidad y a cada uno según su trabajo. De manera que en esta época quien más trabaja más salario debe cobrar, y quien menos trabaja menos salario debe cobrar; al igual que quien realiza una trabajo de mayor calidad debe ganar más que quien realiza un trabajo de menos calidad. Dada esta determinación de a cada uno según su trabajo, dado que este principio creará inevitablemente diferencias de fortunas entre los hombres, es obvio que el miembro de la sociedad socialista será todavía una persona egoísta. Por el contrario, la economía comunista se rige por el principio de a cada cual según su capacidad y a cada uno según su necesidad. Aunque yo trabaje mayor número de horas que otra persona o mi trabajo sea de mayor calidad, no por ello percibiré un salario más grande que el suyo. Yo percibiré como salario lo que necesite para vivir. Serán mis necesidades las que determinen con qué parte de la riqueza creada por todos me quedaré yo, y no la cantidad y la calidad de mi trabajo. El miembro de la sociedad comunista será una persona comunista, una persona que no desglosa su interés personal de su interés social, sino que en vida diaria el interés social será el predominante y con el que hará coincidir su interés personal. Dicho de otra forma: la persona comunista es aquella persona cuyo interés personal es su interés social.

La cita que aparece al inicio de este trabajo destaca que en todas las situaciones sociales debió interesarle al hombre el tiempo que cuesta producir la riqueza. Yo creo que en el comunismo los hombres no serán tan tontos como para dejar de lado la ciencia económica, al igual que tampoco dejarán de lado el resto las ciencias naturales, históricas y filosóficas. Y si esto es así, seguirá siendo necesario saber cuánto cuesta producir la riqueza. En el comunismo el Estado seguirá existiendo como administración económica. De manera que el cálculo de lo que cuesta producir la riqueza seguirá siendo esencial. La ley del valor seguirá imperando. Pero ya no se manifestará como una ley ciega que genera desequilibrios entre los hombres, sino que su conocimiento científico habrá permitido a los hombres liberarse de su dominio. Con el comunismo la sociedad no se para, como si todo estuviera dicho, seguirá su marcha, y con ella su marcha económica. Las leyes objetivas del desarrollo social seguirán existiendo en el comunismo, la diferencia con respecto a las épocas precedentes estriba en que estarán bajo el dominio conciente de los hombres.

No creo que pagar mediante bonos de trabajo en vez de por medio del dinero sea signo de un cambio en las relaciones sociales de producción entre los hombres. Creo que el bono trabajo es una forma imperfecta y artificial de dinero. El bono trabajo se emplea como medio de pago por parte de la empresa y como medio de compra por parte del trabajador. Por lo tanto, el bono de trabajo no queda libre de las determinaciones mercantiles. Y vuelvo y repito: es una forma imperfecta y artificial de dinero. La pregunta sería ahora esta otra: ¿es el bono de trabajo un medio de compra más eficaz que el dinero y un mejor modo de distribuir la riqueza? Respondo con rotundidad que no. En el comunismo desaparecerá la lucha de clases, pero no la lucha por la producción y la lucha por la ciencia.

Francisco Umpiérrez Sánchez es director del CEKAM
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27.1.15

Digresión sobre Justicia Social

Una digresión  sobre la Justicia Social

Lo perfecto es enemigo de lo humano. Lo perfecto no existe como realidad, existe como ideal. Lo perfectible sí existe como realidad y como idea. La búsqueda de lo perfecto forma parte de la perfectibilidad. En la sociedad lo perfecto y por lo tanto perfectible es la justicia social. El perfeccionamiento social es lucha, es confrontación por la justicia, confrontación a muerte y confrontación negociada dependiendo de las circunstancias,  Nunca llegaremos como raza humana a un estadio puro de justicia, existirá la lucha entre justicia e injusticia siempre, como existe el color negro con el blanco. Pero ése es el escenario perfecto y perfectible para la lucha por la justicia, sin él, la lucha entre justicia e injusticia no existiría. El punto es quien manda, manda la justicia o manda la injusticia y se trata como raza humana, sin duda, de que mande la justicia. Y en el predominio de la Justicia Social, la humanidad avanza.

Pero…¿Qué es la justicia social?. Esta preocupación ancestral, bíblica, fue originalmente racionalizada por Aristóteles. Justicia Social “es dar a cada quien lo suyo” dijo.

Evaristo Hernández
1/060613