29.8.25

Sobre filosofía económica del Socialismo en el Siglo XXI



Socialismo contemporáneo: entre Smith y Saint-Simon
Índice inicial
1. Introducción
2. El socialismo del siglo XXI y sus dilemas filosóficos
3. La mano invisible de Adam Smith
4. Saint-Simon y el principio de justicia del trabajo
5. El vínculo dialéctico entre beneficio individual y justicia social
6. La experiencia china: hacia la prosperidad común
7. Conclusión

1. Introducción
El socialismo del siglo XXI, especialmente el que se desarrolla en China, no es un producto espontáneo ni improvisado. Es el resultado de un proceso histórico de acumulación de prácticas y experiencias en el ámbito político, económico y social. La experiencia soviética, las reformas en Europa del Este y la evolución particular del modelo chino han configurado un escenario en el cual surge la necesidad de formular una nueva teoría socialista.
Esta teoría, sin embargo, enfrenta una serie de problemas filosóficos de fondo que no pueden resolverse únicamente desde la práctica política o económica. Entre ellos, se destacan dos dilemas centrales:
¿Cómo aprovechar el principio de la motivación individual y el beneficio propio como motores de desarrollo?
¿Cómo garantizar que ese desarrollo se traduzca en beneficio colectivo y justicia social?
Para responder a estas preguntas, es necesario examinar y vincular dos tradiciones intelectuales fundamentales: la teoría liberal de Adam Smith y la propuesta proto-socialista de Saint-Simon.

2. El socialismo del siglo XXI y sus dilemas filosóficos
La teoría socialista contemporánea reconoce que, para consolidarse, no basta con contraponerse al capitalismo. Es imprescindible replantear la relación entre individuo y sociedad. En la historia del pensamiento moderno, esta tensión ha sido formulada de manera paradigmática por Smith y Saint-Simon, cuyas visiones, aparentemente irreconciliables, expresan las fuerzas que hoy deben integrarse en un nuevo marco teórico.

3. La mano invisible de Adam Smith
Adam Smith, en La riqueza de las naciones (1776), defendió la idea de que cada individuo, al perseguir su propio beneficio, contribuye indirectamente y sin proponérselo al bienestar de la sociedad. Este mecanismo espontáneo, al que denominó “mano invisible”, se basa en la competencia y en la libertad de mercado capitalista (recordemos que existen históricamente y geográficamente, mercados no capitalistas).
La lógica de Smith sostiene que la búsqueda del interés personal impulsa a los individuos a innovar, producir más y mejor, y masificar la producción y la comercializaci{on lo que genera efectos positivos para toda la comunidad. La iniciativa privada y la libertad individual, en este sentido, no son obstáculos para la sociedad, sino motores de su progreso.
Sin embargo, esta concepción parte del supuesto de que es posible regular el mercado capitalista, o que este es capaza de autorregularse y que la competencia evita los abusos y que al final resulta una elevación de la calidad, cantidad, diversidad, masificación de productos y reducción de precios. En la práctica, la historia ha mostrado que la inflación es consustancial al capitalismo, asimismo la acumulación de riqueza y creciente pobreza, y los monopolios y la explotación humana son consecuencias de esta misma dinámica.

4. Saint-Simon y el principio de justicia del trabajo
En contraposición, Saint-Simon planteó a comienzos del siglo XIX una visión distinta del orden social. Para él, el progreso humano dependía de la cooperación racional y de la organización colectiva de la producción, no de la competencia desenfrenada.
Su principio rector puede resumirse en la fórmula: “A cada quien según su capacidad; a cada cual según su trabajo.” Esto significa que los derechos y beneficios de los individuos deben estar ligados a su esfuerzo productivo y a sus capacidades reales, y no simplemente a la herencia o a la propiedad privada. Saint-Simon concebía una sociedad en la que científicos, técnicos y trabajadores desempeñaran un papel central en el progreso social.
Esta concepción inspiró a Marx y Engels, quienes radicalizaron la propuesta en una crítica al capitalismo: los individuos aportarían según su capacidad y recibirían según sus necesidades en una sociedad comunista que elevaría los niveles de producción a tal grado de satisfacción de las necesidades. Así, Saint-Simon abrió la puerta a una reflexión sobre la justicia social que sigue siendo central en las teorías socialistas.

5. El vínculo dialéctico entre beneficio individual y justicia social
En nuestra opinión el reto actual del socialismo no consiste en optar entre Smith o Saint-Simon, sino en vincular dialécticamente ambos principios en el proceso de construcción revolucionaria del Socialismo.
Si se privilegia únicamente la lógica smithiana, se corre el riesgo de reproducir un modelo desigual que concentra la riqueza en pocas manos.
Si se privilegia exclusivamente la lógica saint-simoniana, se puede caer en un colectivismo rígido que ahogue la creatividad individual y reduzca los incentivos.
La clave, al parecer, es diseñar instituciones que permitan que la iniciativa personal y la búsqueda del beneficio individual se traduzcan en un bienestar compartido, y que la cooperación social no anule sino que potencie la creatividad, la innovación y la creciente elevación de niveles de calidad, cantidad, diversidad y masificación de producción y consumo.
.
6. La experiencia china: hacia la prosperidad común
La experiencia china en las últimas décadas constituye un ejemplo de este intento de síntesis. Bajo el concepto de “socialismo con características chinas”, también denominado "socialismo de mercado" o, "socialismo con mercado" como decía muy agudamente el Padre Ibisate, de la UCA de El Salvador, ya fallecido. La República Popular China ha promovido la iniciativa privada, la competencia y la apertura al mercado capitalista, pero siempre bajo la dirección del Estado y con un horizonte de prosperidad común.
El principio es claro: la riqueza generada por algunos sectores debe convertirse en un recurso que beneficie al conjunto de la sociedad. De esta manera, se intenta equilibrar el dinamismo de la iniciativa individual con la necesidad de justicia social.
Este modelo no está exento de tensiones ni contradicciones, pero representa un esfuerzo por resolver el dilema filosófico que se encuentra en el centro del debate socialista contemporáneo.

7. Conclusión
El socialismo del siglo XXI necesita construir una nueva teoría que resuelva el dilema filosófico planteado entre Adam Smith y Saint-Simon. No se trata de elegir entre la mano invisible o la justicia del trabajo, sino de construir una síntesis superior que articule ambos principios.
El desafío consiste en garantizar que la búsqueda del beneficio individual no derive en egoísmo destructivo y que la organización colectiva no anule la libertad creativa. Solo mediante esta síntesis dialéctica será posible avanzar gradual y/o radicalmente hacia un sistema y/o modelo económico-político alternativo al capitalismo global, capaz de responder a los desafíos sociales, económicos y ambientales del presente.

No hay comentarios: