*
Un esfuerzo de puntualización que diferencia conceptos de empresario de izquierda y revolucionario para concluir que se puede ser lo uno y no lo otro. Cabría preguntarse...¿pueden existir empresarios revolucionarios en términos sociales?. Porque en términos técnicos, empresarios revolucionarios incuestionablemente existen, como por ejeemplo Edison, que revolucionó la iluminación con sus descubrimientos aplicados de la energía eléctrica a la par que fundó un monopolio, con la General Electric.
Tomado de:
http://enredos.net/tinta/%C2%BFpuede-un-empresario-ser-de-izquierda/
Las negrillas y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.
December 24, 2007
¿Puede un empresario ser de izquierda?
Filed under: Ciencias sociales— Eugenio Martínez Rodríguez @ 3:55 pm
Encontré en la Revista Nueva Sociedad una edición titulada ¿Puede un empresario ser de izquierda? que me ha parecido de lo más interesante.
Tal vez en determinados contextos, resulte casi imposible imaginar tal cosa como un “empresario de izquierda”.
En Puerto Rico, por ejemplo, los representantes y portavoces de los sectores empresariales más militantes últimamente han entablado un discurso súper reaccionario y derechista, casi al estilo del marcatismo. De hecho, su discurso mediático se basa en denunciar a “los izquierdistas”.
Esta edición plantea que sí, es posible un empresariado de izquierda, quizás no tanto por motivos ideológicos, sino incluso por motivos económicos. Puede ser rentable y lucrativo promover cambios, reformas y enfoques “de izquierda”. Por ejemplo, una mejor distribución de las riquezas puede ser algo excelente para aumentar los clientes de un negocio.
Y mejorar las condiciones y oportunidades de las clases marginadas también puede ser una forma de asegurar una estabilidad política y económica, lo que es necesario para un buen clima de inversiones.
También, el que los empresarios apoyen e impulsen movimientos políticos de izquierda puede ser una manera de evitar una radicalización que los afecte (en Venezuela le hubiera sido muy útil la aplicación de este consejo una década atrás). Es algo parecido a un dicho que tienen en Estados Unidos: “If You Want to Live Like A Republican, Vote Democratic”.
Se le pueden hacer críticas ortodoxas a este enfoque. Ya Karl Marx advertía sobre lo que él llamaba “socialismo burgués“:
Una parte de la burguesía desea mitigar los males sociales al objeto de asegurar la permanencia de la sociedad burguesa. […]
Los socialistas burgueses quisieran tener las condiciones de vida de la sociedad moderna sin las luchas ni peligros que necesariamente conllevan. Quisieran la sociedad vigente, previa supresión de todos los elementos que la revolucionan y descomponen.
Quisieran la burguesía sin el proletariado.
La burguesía concibe, naturalmente, el. mundo en que ella domina como el mejor de los mundos.
El socialismo burgués elabora un sistema parcial o total partiendo de esa concepción consoladora. Cuando exhorta al proletariado a hacer realidad sus sistemas y entrar en la nueva Jerusalén, lo único que está exigiendo, en último término es que permanezca en el actual sistema social, pero alejando de su mente las odiosas ideas que se ha formado de él.
Una segunda modalidad menos sistemática, pero tanto más práctica de socialismo, trata de enfriar cualquier iniciativa revolucionaria de la clase obrera haciéndole ver que no es tal o cual reforma política lo que le reportará ventajas, sino tan sólo la modificación de sus condiciones materiales de vida, de su situación económica.
Lo que Marx, a mi entender, no concebía (debido a las trágicas condiciones laborales de las primeras sociedades industrializadas) es la posibilidad de que “el proletariado” lograra condiciones de vida dignas y prosperas sin una revolución roja. Para mí es posible, pero eso también es debatible.
A continuación algunos fragmentos de los artículos que me parecieron interesantes (los títulos están enlazados):
Izquierda, empresarios y política
Para muchas personas, incluso pertenecientes a la izquierda política, resulta
difícil aceptar la idea de que ser de izquierda no significa ser revolucionario. Efectivamente, ser de izquierda y ser revolucionario son dos identidades distintas. Son, incluso, antagónicas. Ser de izquierda significa formar parte de un juego de relaciones (izquierda-centro-derecha) y, por eso mismo, supone la integración dentro de ese juego.
Ser revolucionario supone no aceptar el juego, es decir, romper con las reglas del juego.
Que determinados grupos empresariales se conviertan durante un periodo en electores de un partido de izquierda puede obedecer a muchísimas razones.
Entre ellas, una central es la capacidad de la izquierda para ofrecer una mayor estabilidad social que garantice inversiones a largo plazo.
El apoyo electoral no implica ningún compromiso fijo, es una relación sujeta a plazos…
Cuestión de supervivencia
El magnate mexicano de las comunicaciones, Carlos Slim, quien desde hace
casi diez años está a la cabeza de los más ricos del mundo –cuarto en el ránking de la revista Forbes en 2005–, maneja un refinado discurso crítico respecto de Estados Unidos, es receloso del Tratado de Libre Comercio (TLC), apoyó en el pasado al hoy candidato a la presidencia de México, el líder popular de centroizquierda Andrés López Obrador, y su más cercano asesor internacional es el ex-presidente socialista español Felipe González.
Esas características no hacen de Slim un empresario de izquierda, pero han sido determinantes para crear el ambiente propicio para una iniciativa de los magnates de la región que, si bien no se acerca a un planteamiento que tiende hacia la izquierda, busca, al menos en el papel y la inspiración, los mismos efectos de amortiguamiento de la pobreza y la inequidad que señalan como metas los empresarios identificados con el socialismo.
Tal vez un empresario de izquierda precise de algún espíritu republicano para serlo, pero no demasiado: a largo plazo, es muy posible que salga ganando con la política distributiva y defensora de las libertades que el gobierno de izquierda que apoya probablemente adopte. Al mismo tiempo, podrá beneficiarse si la reducción de la desigualdad morigera la inestabilidad política y, en consecuencia, acelera el proceso de crecimiento económico (Przeworski/Curvale).
También podrá salir ganando si la política de intervención moderada del Estado patrocinada por un gobierno de izquierda contribuye al desarrollo.
Por eso, en caso de que tenga espíritu republicano, incluso sin beneficiarse personalmente, el empresario podrá ser de izquierda, siempre que su partido, una vez en el gobierno, sea capaz de gobernar el capitalismo de forma más competente que los capitalistas.
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Un esfuerzo de puntualización que diferencia conceptos de empresario de izquierda y revolucionario para concluir que se puede ser lo uno y no lo otro. Cabría preguntarse...¿pueden existir empresarios revolucionarios en términos sociales?. Porque en términos técnicos, empresarios revolucionarios incuestionablemente existen, como por ejeemplo Edison, que revolucionó la iluminación con sus descubrimientos aplicados de la energía eléctrica a la par que fundó un monopolio, con la General Electric.
Tomado de:
http://enredos.net/tinta/%C2%BFpuede-un-empresario-ser-de-izquierda/
Las negrillas y separación de algunos párrafos son nuestros para efectos de estudio.
December 24, 2007
¿Puede un empresario ser de izquierda?
Filed under: Ciencias sociales— Eugenio Martínez Rodríguez @ 3:55 pm
Encontré en la Revista Nueva Sociedad una edición titulada ¿Puede un empresario ser de izquierda? que me ha parecido de lo más interesante.
Tal vez en determinados contextos, resulte casi imposible imaginar tal cosa como un “empresario de izquierda”.
En Puerto Rico, por ejemplo, los representantes y portavoces de los sectores empresariales más militantes últimamente han entablado un discurso súper reaccionario y derechista, casi al estilo del marcatismo. De hecho, su discurso mediático se basa en denunciar a “los izquierdistas”.
Esta edición plantea que sí, es posible un empresariado de izquierda, quizás no tanto por motivos ideológicos, sino incluso por motivos económicos. Puede ser rentable y lucrativo promover cambios, reformas y enfoques “de izquierda”. Por ejemplo, una mejor distribución de las riquezas puede ser algo excelente para aumentar los clientes de un negocio.
Y mejorar las condiciones y oportunidades de las clases marginadas también puede ser una forma de asegurar una estabilidad política y económica, lo que es necesario para un buen clima de inversiones.
También, el que los empresarios apoyen e impulsen movimientos políticos de izquierda puede ser una manera de evitar una radicalización que los afecte (en Venezuela le hubiera sido muy útil la aplicación de este consejo una década atrás). Es algo parecido a un dicho que tienen en Estados Unidos: “If You Want to Live Like A Republican, Vote Democratic”.
Se le pueden hacer críticas ortodoxas a este enfoque. Ya Karl Marx advertía sobre lo que él llamaba “socialismo burgués“:
Una parte de la burguesía desea mitigar los males sociales al objeto de asegurar la permanencia de la sociedad burguesa. […]
Los socialistas burgueses quisieran tener las condiciones de vida de la sociedad moderna sin las luchas ni peligros que necesariamente conllevan. Quisieran la sociedad vigente, previa supresión de todos los elementos que la revolucionan y descomponen.
Quisieran la burguesía sin el proletariado.
La burguesía concibe, naturalmente, el. mundo en que ella domina como el mejor de los mundos.
El socialismo burgués elabora un sistema parcial o total partiendo de esa concepción consoladora. Cuando exhorta al proletariado a hacer realidad sus sistemas y entrar en la nueva Jerusalén, lo único que está exigiendo, en último término es que permanezca en el actual sistema social, pero alejando de su mente las odiosas ideas que se ha formado de él.
Una segunda modalidad menos sistemática, pero tanto más práctica de socialismo, trata de enfriar cualquier iniciativa revolucionaria de la clase obrera haciéndole ver que no es tal o cual reforma política lo que le reportará ventajas, sino tan sólo la modificación de sus condiciones materiales de vida, de su situación económica.
Lo que Marx, a mi entender, no concebía (debido a las trágicas condiciones laborales de las primeras sociedades industrializadas) es la posibilidad de que “el proletariado” lograra condiciones de vida dignas y prosperas sin una revolución roja. Para mí es posible, pero eso también es debatible.
A continuación algunos fragmentos de los artículos que me parecieron interesantes (los títulos están enlazados):
Izquierda, empresarios y política
Para muchas personas, incluso pertenecientes a la izquierda política, resulta
difícil aceptar la idea de que ser de izquierda no significa ser revolucionario. Efectivamente, ser de izquierda y ser revolucionario son dos identidades distintas. Son, incluso, antagónicas. Ser de izquierda significa formar parte de un juego de relaciones (izquierda-centro-derecha) y, por eso mismo, supone la integración dentro de ese juego.
Ser revolucionario supone no aceptar el juego, es decir, romper con las reglas del juego.
Que determinados grupos empresariales se conviertan durante un periodo en electores de un partido de izquierda puede obedecer a muchísimas razones.
Entre ellas, una central es la capacidad de la izquierda para ofrecer una mayor estabilidad social que garantice inversiones a largo plazo.
El apoyo electoral no implica ningún compromiso fijo, es una relación sujeta a plazos…
Cuestión de supervivencia
El magnate mexicano de las comunicaciones, Carlos Slim, quien desde hace
casi diez años está a la cabeza de los más ricos del mundo –cuarto en el ránking de la revista Forbes en 2005–, maneja un refinado discurso crítico respecto de Estados Unidos, es receloso del Tratado de Libre Comercio (TLC), apoyó en el pasado al hoy candidato a la presidencia de México, el líder popular de centroizquierda Andrés López Obrador, y su más cercano asesor internacional es el ex-presidente socialista español Felipe González.
Esas características no hacen de Slim un empresario de izquierda, pero han sido determinantes para crear el ambiente propicio para una iniciativa de los magnates de la región que, si bien no se acerca a un planteamiento que tiende hacia la izquierda, busca, al menos en el papel y la inspiración, los mismos efectos de amortiguamiento de la pobreza y la inequidad que señalan como metas los empresarios identificados con el socialismo.
Tal vez un empresario de izquierda precise de algún espíritu republicano para serlo, pero no demasiado: a largo plazo, es muy posible que salga ganando con la política distributiva y defensora de las libertades que el gobierno de izquierda que apoya probablemente adopte. Al mismo tiempo, podrá beneficiarse si la reducción de la desigualdad morigera la inestabilidad política y, en consecuencia, acelera el proceso de crecimiento económico (Przeworski/Curvale).
También podrá salir ganando si la política de intervención moderada del Estado patrocinada por un gobierno de izquierda contribuye al desarrollo.
Por eso, en caso de que tenga espíritu republicano, incluso sin beneficiarse personalmente, el empresario podrá ser de izquierda, siempre que su partido, una vez en el gobierno, sea capaz de gobernar el capitalismo de forma más competente que los capitalistas.
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